Implicaciones sociales y culturales del e-learning (I)

La implantación masiva de las TICs tiene importantes implicaciones que no solo afectan a las dimensiones tecnológicas y económicas, sino que se relacionan también con cuestiones políticas, sociales y culturales. En este sentido, las TICs crean y construyen una inteligencia colectiva, una información y conocimientos que son continuamente renovados y ampliados, pero también desigualdades que existen y persisten dentro de la sociedad. En el contexto de la Sociedad de la Información y del Conocimiento (SIC), las TICs son elementos que generan preocupación en tanto que pueden ser generadoras de exclusión, pero también de inclusión social.

Para los gobiernos y los responsables políticos y de instituciones de todo el mundo, el acceso y uso de las tecnologías es fuente de controversia porque genera opiniones divididas entre quienes adoptan una posición triunfalista, en la cual las TICs son la solución a todos nuestros males, y quienes advierten de la cara B de estas al analizar en profundidad su componente social y posicionarlas en función de los retos y repercusiones que plantean (Planella et al., 2004).

Una visión inclusiva e integral de lo que supone la incursión de las TICs en nuestras vidas, como la del social e-learning, tiene en cuenta la doble exclusión (social y digital) que puede generar su uso masivo (Larrañeta, 2004, citado por Planella et al., 2004), pero también toma en consideración su necesidad e idoneidad y valora su potencial para transformar la sociedad, integrar a las personas dentro de la SIC a través de una mejor educación y formación y promover la justicia social.

Esta visión social del e-learning promueve la inclusión social y digital, generando estrategias que:

  • Fomentan la equidad entre las personas.
  • Generan oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida.
  • Motivan y empoderan a los sujetos para participar socialmente y transformar, tanto su propia vida como la sociedad, a través de un compromiso generado en red, propio de la era digital.
  • Crean sujetos e-learning, con mayor capacidad de liberarse aumentando su nivel de alfabetización(simbólico-social y práctica).
  • Crean valores en la sociedad a través de la educación en la red (Duart, 2000, citado por Planella et al., 2004) y al poner la ciencia y la tecnología al servicio del pueblo (Castell, 2001, por Planella et al., 2004).

La inclusión social ha ido variando en su concepto y análisis y, partiendo de unos inicios que entendían el acceso a la tecnología como un modelo de posesión de dispositivos o como un modelo de conducto, ha conseguido evolucionar hacia un modelo de alfabetismo en el que no solo es necesario tener la posibilidad de acceder a los recursos y conexiones de forma regular, sino que son precisas unas habilidades y capacidades para su uso efectivo. Surgen, pues, relaciones de causalidad entre el poder político, social y económico y el alfabetismo, y relaciones entre este y el desarrollo cognitivo/social, generando diferentes grados y tipos de alfabetismo. En definitiva, se forma una relación iterativa entre recursos y usos de las TICs en la cual, tanto el buen uso como el mal uso, generan círculos viciosos y expansivos de inclusión (en el primer caso) o de exclusión (el segundo) (Warschaver, 1999, citado por Planella et al., 2004).

La evolución de los conceptos de exclusión, inclusión, brecha y división digital, así como de sus causas, es paralela a la evolución de otros conceptos relacionados como el de domesticación o apropiación de la ciencia y la tecnología, utilizados por Silverstone (1996), Winocour (2009) y Sandoval et al. (2019). Estos autores relacionan en uso de las TICs con fenómenos socioculturalesmotivacionales y relacionados con las preferencias y la personalidad, así como la Comisión Europea (2005) lo hace también con la falta de conciencia sobre la importancia de las destrezas digitales, las barreras idomáticas y las diferentes actitudes existentes ante el uso de la tecnología

Surgen corrientes que siguen tomando en cuenta los factores socioeconómicos, en tanto que son los que mayor división generan, pero incluyen el análisis de los componentes motivacionales y hedónicos de la conducta de los individuos como consumidores de TICs (Venkatesh, 2001; Pérez-Fabara et al., 2017) y la brecha digital de segundo orden (Vassilakopoulou et al., 2021) para englobar otros tipos de inclusión-exclusión involuntarios que existen en las sociedades más avanzadas.

Por otro lado, la brecha (de segundo o primer orden) y el alfabetismo digital están íntimamente relacionados con la exclusión-inclusión dentro del mundo laboral y de la sociedad red de la 4ª Revolución Industrial. Los ecosistemas digitales en los que nos vemos inmersos provocan nuevos desafíos para los individuos, obligando a un continuo reciclaje (aprendizaje y desaprendizaje) de conocimientos y competencias para adaptarse a la sociedad VUCA (volátil, incierta, compleja y ambigua) que los convierta en ciudadanos competentes y competitivos (laboralmente) no solo en el presente, sino a lo largo de toda la vida (Escudero-Nahón, 2018; Babaic, 2016; Echeverría Samanes et al., 2018).

Es en este escenario donde el e-learning y el m-learning han de ser capaces de adaptarse y evolucionar para contribuir como elementos de la transformación social.

Implicaciones socioculturales del e-learning. Elaboración propia (2021), basada en Planella et al. (2004).

Referencias:

Babaic, B. (2016, 21 noviembre). Tres razones por las que el modelo educativo debe reinventarse. Propuestas para un nuevo modelo educativo global. Foro Económico Mundial. https://es.weforum.org/agenda/2016/11/propuestas-para-un-nuevo-modelo-educativo-global/

Commission. 2005. e-Inclusion revisited: The Local Dimension of the Information Society SEC (2005) 206. Brussels: European Commission. Recuperado el 7 de abril de 2021 de https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-6283-2005-INIT/en/pdf

Echeverría Samanes, B., y Martínez Clares, P. (2018). Revolución 4.0, Competencias, Educación y Orientación. Revista Digital de Investigación en Docencia Universitaria12(2), 4–34. https://doi.org/10.19083/ridu.2018.831

Escudero Nahón, A. (2018). Redefinition of “Network learning” in the fourth industrial revolution. Apertura10(1), 149–163. https://doi.org/10.32870/ap.v10n1.1140 

Pérez–Fabara, M. A., & Charro, R. S. (2017). Motivación y esferas del consumidor digital. Revista Publicando4(12 (2)), 269-282. Recuperado el 7 de abril de 2021 de https://revistapublicando.org/revista/index.php/crv/article/view/694/pdf_501 

Planella, A., Rodríguez, I. y Warschaver, M. (2004). Aspectos sociales y cualturales del e-learning. [Recurso de aprendizaje en línea]. UOC P06/M1102/01578Recuperado el 7 de abril de 2021 de https://materials.campus.uoc.edu/cdocent/7_943AO4I2DXULUVC45F.pdf

Sandoval, L. R., & Cabello, R. (2019). Límites a la domesticación: usos obligados, reticencia y austeridad en la apropiación de la telefonía móvil. Dixit31, 82–99. https://doi.org/10.22235/d.vi31.1849 

Vassilakopoulou, P., Hustad, E. Bridging Digital Divides: a Literature Review and Research Agenda for Information Systems Research. Inf Syst Front (2021). https://doi.org/10.1007/s10796-020-10096-3 

Venkatesh, V., & Brown, S. (2001). A Longitudinal Investigation of Personal Computers in Homes: Adoption Determinants and Emerging Challenges. MIS Quarterly,25(1), 71-102. doi:10.2307/3250959 

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Filosofía, Ciencia y Medicina.

La filosofía es una disciplina tan amplia que crea confusión. A mí, desde luego, me ha confundido durante mucho tiempo y es posible que lo siga haciendo (no sé si por el moderno síndrome de la impostora que llevo dentro o por el clásico socrático de ponderar mi experiencia como insuficiente). 

En cualquier caso, si trato de hacer un análisis sobre filosofía y ciencia, me vienen a la cabeza lo que sería una especie de Antiguo y Nuevo Testamento o un a. de M. y d. de M. (antes y después de Medicina), con una línea divisoria que puedo situar en el 2002, siendo yo alumna de bachillerato y visitante de la Facultad de Medicina en sus jornadas de puertas abiertas.

Hasta aquella fecha yo creía que la filosofía solo abarcaba cuestiones sobre la existencia, la muerte, el saber y la ética y la relacionaba más con la religión, a pesar de situarse ambas en lados opuestos del espectro de lo racional y lo mitológico. Me sonaban nombres como Platón, Aristóteles, Hipócrates o Demócrito, pero no fue hasta ese primer contacto en la facultad como visitante y en los siguientes como estudiante que descubrí la relación de éstos con la medicina antigua y la importancia de las teorías filosóficas (materialismo, sistemismo, estructuralismo, dualismo, etc.) en el desarrollo del concepto de salud y enfermedad, el estudio y tratamiento de la anatomía y fisiología humanas por sistemas, la psiquiatría y la psicología, la ética biomédica e, incluso, la moderna neurociencia. No hay campo que no se haya nutrido de los grandes filósofos ya que ellos, además de filósofos, son considerados los primeros médicos.

De hecho, Aristóteles decía que el filósofo debe comenzar estudiando medicina y el médico debe terminar estudiando filosofía y Demócrito  pensaba que filosofía y medicina son hermanas: la primera libera al alma de las pasiones y la segunda libera el cuerpo de las enfermedades. 

Los aportes filosóficos no solo consolidaron el arte médico, también sistematizaron los saberes médico-anatómicos aportando solución a la enfermedad a través del conocimiento profundo de la naturaleza, la realidad, el medio ambiente y el ser humano. Con la aparición del método científico y el empirismo, poco a poco la ciencia ha ido asumiendo esa misión que hasta entonces había ocupado la filosofía, desplazándola de la ecuación y, quizás, encasillándola en la rama bioética y perdiendo la capacidad integradora de las disciplinas filosóficas.

Ciencia y medicina se consolidan como la respuesta a las preguntas y los problemas de manera cada vez más especializada y compartimentada, queriendo ofrecer con el método científico la solución más objetiva y olvidando con esa búsqueda de la verdad absoluta y la objetividad otras cuestiones colaterales que son, a la vez, parte de la solución o fundamento para nuevas preguntas. 

Este cientificismo es necesario para el avance de las ciencias y de la medicina y para no caer en el dogmatismo. Sin embargo, la filosofía debe tener su hueco para ofrecer a la ciencia una visión más global y crítica, para recordarnos que la ciencia está hecha por humanos, pero también al servicio de éstos. 

Ciencia y filosofía. Filosofía y medicina. Se trata de una atención mutua entre toda rama del saber y la filosofía: necesitamos de ella para mejorar las aportaciones y aumentar nuestra eficacia. Quizás el primer error sea dejar crecer a las generaciones, como la mía, sin saber realmente qué es y qué ofrece la filosofía al mundo y a sus futuras profesiones, llenando nuestras facultades de futuros médicos o científicos brillantes, pero con la mente ligeramente más compartimentada.

REFERENCIAS:

Cortés, Manuel E, Rodríguez, Jorge L, Rodríguez, Matías I, del Río, Juan Pablo, & Vigil, Pilar. (2016). Año Internacional de Aristóteles: recordando los aportes a la medicina y a la biología humana de este gran polímata. Revista médica de Chile144(11), 1498-1499. https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872016001100021

Graña-Aramburú, Alejandro. (2015). Filósofos que contribuyeron al progreso de la medicina. Acta Médica Peruana32(1), 41-49. Recuperado en 11 de enero de 2021, de http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1728-59172015000100006&lng=es&tlng=es.

Sánchez, M. V. R. (2012). Relación y mutua influencia entre la Filosofía y la Medicina Hipocrática. Ontology studies, (12), 167-181.

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Sin embargo, dos mil veinte.

Hubo un año que lo perdí todo y no fue el 𝘥𝘰𝘴 𝘮𝘪𝘭 𝘷𝘦𝘪𝘯𝘵𝘦. Perdí un padre, el sueldo, la pareja, (ene)amigos…Y por perder, perdí hasta las ganas de vivir.⁣

Siempre he sido introspectiva.⁣
Solitaria pensadora.⁣
Experta en hacer de un castigo un festival creativo y, de las tormentas de ahí fuera, una perfecta lluvia de ideas que me hacía muy feliz.⁣

Sin embargo, 𝘥𝘰𝘴 𝘮𝘪𝘭 𝘷𝘦𝘪𝘯𝘵𝘦.⁣
Con todas sus letras.⁣
Para que parezca más largo y disimule los espacios en blanco que desde marzo a diciembre se instalaron en el hipocampo, dejándome sin recuerdos, sin contactos, sin abrazos.⁣
Como si en esos meses el tiempo se hubiera esfumado y todavía hoy se siga escapando:⁣
en un diciembre que es más frío que nunca, pero conserva el mismo sabor que tenía el desaparecido mes de abril.⁣

No lo vimos venir.⁣
Igual que el 𝘥𝘰𝘴 𝘮𝘪𝘭 𝘥𝘰𝘤𝘦. Otro año maléfico.⁣
Sin cifras, en letras.⁣
Para llenar el vacío de enero:⁣
que fue el inicio de año,⁣
pero también el inicio del fin.⁣

Los meses que se borran pero pesan porque no te dejan sonreír;⁣
esos siempre van a estar ahí.⁣
Son la memoria protectora:⁣
un reflejo que no sabes cómo, ⁣
pero forma parte de ti.⁣

𝟐𝟎𝟐𝟏: ⁣
Te escribo con números para que le hagas hueco a lo bueno, a lo bonito y a lo fácil.⁣
Por un año nuevo sin vacíos que cubrir🥂⁣

CIENCIA CON CONCIENCIA O CÓMO USAR LA CIENCIA PARA MEJORAR EL MUNDO Y NO SOLO VISUALIZARLO.

«If science is to be of full use to society it must first put its own house in order».

Bernal, J.D., 1939.

La ciencia y los resultados de sus investigaciones deben conducir a una mejora continua de las condiciones de vida, pero dadas las conexiones existentes entre ésta y la economía y, a su vez, con la política, es frecuente que los resultados sean utilizados con fines, si no destructivos, al menos de dudoso propósito.

Por este motivo surgen (ya desde las primeras décadas del siglo XX) algunas formas, planteamientos e iniciativas de crítica de la ciencia que pretenden preservar su fin benefactor para ponerla al servicio del pueblo.

En este sentido nacen iniciativas sin ánimo de lucro como The Union of Concerned Scientists (UCS) en EE. UU., fundadas por científicos y estudiantes para solucionar los problemas más acuciantes del planeta haciendo uso de la ciencia en su forma más rigurosa e independiente. Su objetivo: un futuro saludable, seguro y sostenible.

Sus acciones están dirigidas a combatir el cambio climático; reducir las amenazas nucleares; diseñar formas sostenibles de alimentación, energía y transporte; proveer soluciones para la equidad racial y económica y, además, luchar contra los intereses corporativos y privados que puedan confundir o engañar a los ciudadanos en cuestiones científicas.

“We don’t just use science to envision a better world—we work to achieve it”. 

UCS

No se trata solamente de investigar y teorizar sino de tomar acción y materializar los resultados de la investigación científica para conseguir un mundo mejor.

Para ello, realizan análisis e investigaciones que son totalmente independientes, hacen divulgación para los medios, los gobiernos y el público general de todos sus hallazgos y son firmes activistas ejerciendo presión para conseguir el cambio y exponiendo a aquellos que se interponen o a quienes usan la ciencia de manera fraudulenta.

Iniciativa Healthy Food for All. Fuente: ucsusa.org

Entre las iniciativas que tienen en marcha, me llama la atención su reclamo Healthy Food for All, dentro del programa Food and Enviroment (4º de los 5 que tienen actualmente). Esta campaña nace de la paradoja alimentaria contemporánea:  un mundo en el que sobra comida, se desperdicia y, aún así, hay personas desnutridas o malnutridas. Luchan contra la desigualdad en el acceso a la comida, pero también contra la creciente industria alimentaria que pone en el mercado productos cada vez más procesados que son, si no causa directa, al menos factor de riesgo de múltiples enfermedades.

Exponen, además, el papel hipócrita del gobierno como perpetuador de los problemas nutricionales: por un lado lanzan unas directrices o consejos de alimentación y, por otro, permiten e incentivan la sobreproducción de productos nocivos a través de sus políticas ineficaces.

Para combatir esta problemática, no solo proponen el cambio político y el favorecimiento de industrias y cultivos sostenibles y saludables. Abogan por una implementación sólida de estándares basados ​​en evidencia en las pautas dietéticas de los estadounidenses, tratando de conectar a la población con granjas y productores locales, asegurando la correcta nutrición de los niños y haciendo accesibles las comidas nutritivas a los más desfavorecidos. UCS se asocia con otras organizaciones en el movimiento de reforma del sistema alimentario, como HEAL Alliance y Good Food for All Collaborative, para ampliar la gama de experiencia, recursos y relaciones necesarios en la tarea de transformar el sistema.

Este tipo de intervenciones me parecen totalmente necesarias en un mundo que, a mi juicio, ha perdido el rumbo de lo que significa realmente el progreso. Un mundo en el que parece que la ciencia debe estar siempre para crear cosas nuevas (alimentos, medicamentos, energías) en lugar de buscar nuevas formas de usar lo que ya existe o en demostrar su eficacia. La industria no puede crear la necesidad de comer puesto que ésta existe desde que el hombre es hombre, pero sí puede manipularla. Puede crear productos más abundantes, más baratos y más accesibles, en especial para quienes disponen de menos educación y menos recursos. Pueden, con estos productos, enfermar el planeta, enfermar a la sociedad y manipular de nuevo la necesidad, pero esta vez de salud, creando un bucle sempiterno en el que unos pocos se enriquecen haciendo uso de una ciencia que perdió su apellido de soltera para dejar de ser conciencia.

REFERENCIAS:

Bernal, J.D. (1939).  The Social Function of Science. Londres, Routledge & Kegan Paul.

Good Food for All Collaborative. (2020). https://goodfoodforallsite.wordpress.com

Health and Environment Alliance. (2020). https://www.env-health.org

Union of Concerned Scientists. (2020). The Union of Concerned Scientists. https://www.ucsusa.org

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EN BUSCA DEL VERDADERO INTELECTUAL.

Yo es que soy de letras…”. O como resumir en una frase la eterna separación entre ciencias naturales y humanidades. 

Esta dicotomía, que parece sacada del año 2000 cuando tuve que elegir entre el bachillerato científico o el humanístico, ha sido fuente de debate desde que el mundo es mundo y, más allá de la lucha de egos intelectuales, ha generado bastantes páginas y buena literatura al respecto.

Las dos culturas, es el acertado título que dio C.P. Snow en 1959 a una conferencia que retrataba esta problemática separación entre los representantes del saber empírico o científicos y los tradicionales pensadores o autoproclamados intelectuales y que sería resuelta en su Segunda Mirada (1963) a través de la comunicación entre ambos bandos, creando así una tercera cultura integradora de la realidad del mundo que habitamos.

Esta construcción conceptual es usada por J. Brockman en 1995 en su libro La tercera cultura: más allá de la revolución científica para definir al que considera el verdadero intelectual como un científico o pensador empírico que desplaza al humanista, apoderándose de la comunicación de la ciencia y de sus pensamientos para trasladarlos directamente al público y evitando la intermediación, esto es, imponiéndose sobre el discurso de los intelectuales literarios.

Snow habla de una vía (la comunicación) para la creación de esa tercera cultura que disuelva la dicotomía, el enfrentamiento entre los saberes y el “yo soy mejor” que cada una de las 2 posturas adopta para acercarse a la comprensión del mundo. Habla de una tercera cultura, pero no la define: no nos acerca al producto final de esa hibridación de pensamientos como hace Brockman.

¿Es la comunicación la solución al problema? ¿Han de ser la ciencia y sus representantes los únicos encargados de acercar posturas y llevar el saber hacia el público como propone Brockman? La excesiva polarización y especialización de los saberes trajo esta controversia hasta nuestros días y quizás también sacó a la filosofía de nuestra educación básica. Siendo la filosofía la humilde representación de la suma de saberes y no la competitividad o ambición de éstos por separado, ¿no será esta asignatura pendiente la fábrica de la tercera cultura o el Willy Wonka del auténtico saber?

REFERENCIAS:

Brockman, J. (1996). La tercera cultura. Más allá de la revolución científica. Barcelona: Tusquets.

Snow, C.P. (1977). Las dos culturas y un segundo enfoque. Madrid: Alianza Editorial.

Imagen: Pinterest https://www.pinterest.es/pin/518125132127492428/

ACTITUDES POSITIVAS Y NEGATIVAS HACIA LA CIENCIA.

Somos seres humanos y, como tales, somos seres sociales. Un individuo nace, crece y, a medida que lo hace, toma conciencia de la estructura o contexto en el que se desenvuelve. Es lo que llamamos socialización y se da a través de los distintos agentes que toman contacto con las personas a lo largo de la vida: la familia, en primera instancia, y las instituciones (escuela), los amigos, la comunidad y los medios de comunicación, de manera secundaria.

Estos agentes, mediante la enculturación, sirven como un medio para la continuidad social (Dewey, 1916), transmitiendo e imponiendo los elementos culturales, reglas, normas y comportamientos apropiados a los sujetos de una nación o comunidad específica.

La enculturación es un proceso de apropiación cultural y, por lo tanto, los elementos transmitidos mediante ésta están sujetos a modificación por parte del receptor quien, en última instancia y tras recibir influencias (socioeconómicas, políticas y coyunturales), forja su propia personalidad, construye su proceso de toma de decisiones y crea una visión particular sobre todo lo que le rodea.

Según Freire, casi todas las relaciones que mantenemos están sujetas a cierto grado de opresión social que tiende a perpetuarse y transmitirse culturalmente (Freire, 1970). Este autor coincide con Dewey en que la educación no solo está sujeta a influencias propias de la comunidad en la que se da, sino que responde a una globalización cultural, científica, tecnológica y económica. 

Hablamos, pues, de una coexistencia de procesos (enculturación y aculturación) que hará que una determinada sociedad se reproduzca a sí misma en mayor o menor medida y, a la vez, vaya sufriendo cambios.

Por lo tanto, podemos decir que todos los agentes implicados en la educación y la generación y transmisión de conocimientos y conductas están interconectados entre sí y generan un flujo de influencias multidireccional: los adultos sobre los niños, la ciencia y la tecnología sobre la educación y ésta sobre la comunicación y la sociedad que vuelve a influenciar todo lo demás.

¿Y qué tiene que ver esto con la actitud de la población hacia la ciencia? Estos patrones, que son generalizados, son perfectamente extrapolables al ámbito de la cultura científica y, en mi opinión, al hablar sobre los procesos de alfabetización científico-tecnológica no podremos culpabilizar a ninguno de los agentes implicados de forma individual puesto que todos se retroalimentan.

En este sentido, afirmar que es la sociedad la responsable de su propio desconocimiento y que esta ignorancia motiva su falta de interés por la ciencia (modelo de déficit), sin tomar en cuenta a las instituciones y comunidad científica (modelo crítico) ni el contexto social, económico y político en el que se desenvuelven los sujetos (modelos heterogéneos o de apropiación social de la ciencia) y, de la misma manera, presuponer que un alto grado de alfabetización científica implica siempre una mejora de la actitud ante la ciencia, es tremendamente simplista.

De la misma manera que se transmiten valores, normas, tradiciones e incluso gustos (música, gastronomía, moda) e ideologías (racismo, sexismo), lo hacen las actitudes y la predisposición hacia cuestiones tecnológicas y científicas. Podemos encontrarnos entonces con individuos de una misma generación, que han recibido la misma educación y presentan un nivel educativo muy similar y, sin embargo, ya sea por motivos personales, familiares o sociales, su interés manifiesto por aprender y/o comprender sea muy dispar.

Creo que esta es una de las bases de la Comunicación de la Ciencia y de este máster y de otros cursos/especializaciones sobre divulgación: comprender los diferentes agentes que intervienen en la transmisión de la cultura científica para llegar a ultimar las acciones concretas dirigidas desde o hacia cada uno ellos con el fin de mejorar el proceso de alfabetización. Al menos esta es mi motivación para seguir estudiando: salvar el gap existente entre mis pacientes y la sociedad en general, la cultura en materia de prevención y salud bucodental y, yo, como representante de mi comunidad científico-odontológica en particular. Analizar nuestra actitud como especialistas desde una perspectiva constructivista (tal y como propone Dewey), enlazando el conocimiento propio con el de otras disciplinas afines (medicina general, nutrición, fisiología deportiva) y, su vez, conectándolo con los conocimientos e intereses del público, parece ser la vía para conectar conocimiento, actitud y sociedad.

REFERENCIAS

Dewey, J. (1916). Democracia y educación: una introducción a la filosofía de la educación. 6º Edición, 1995. Ediciones Morata.

Freire, P. (1970) Pedagogía del oprimido. New York: Seabury Press.

Lázaro, M. (2009) Cultura científica y participación ciudadana en política socio-ambiental. Tesis Doctoral, UPV/EHU, pp.: 58-87. 

López, J. O. (2008). Paulo Freire y la pedagogía del oprimido. Redalyc.org. Recuperado el 3 de diciembre de 2020 de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=86901005

Niebles Reales, E. (2005). La educación como agente del cambio social en John Dewey. Historia Caribe, núm. 10, pp. 25-33, Universidad del Atlántico Colombia. Recuperado el 3 de diciembre de 2020 de https://www.redalyc.org/pdf/937/93701003.pdf

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ACCESO AL CONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA.

Conocimiento es, según la RAE, la “acción y efecto de conocer” y, por lo tanto, la capacidad del ser humano para “averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas”. Teniendo en cuenta que acceso es la acción de “poner cerca o a menor distancia de lugar o tiempo”, entenderemos el acceso al conocimiento como el acercamiento de este al ciudadano de la forma más abierta posible y, esto, en la era de la Sociedad de la Información y la Comunicación tendría que significar el completo derribo de las barreras, pero no lo es. ¿Por qué? O mejor, veamos primero lo que no es.

La famosa brecha digital. ¿Existe? Claro que existe, pero es, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2020), bastante pequeña y la tendencia es que cada año lo sea aún más. El 95,4% de los hogares españoles dispone de conexión a internet, el 93,2% han usado internet en los últimos 3 meses y el 91,3% lo hace al menos una vez por semana. Por lo tanto, el acceso a las fuentes de información y a la cultura no representa un problema para la mayoría de los ciudadanos y será, quizás, la dirección de los intereses de éstos la raíz enquistada de la situación o, al menos, una de ellas.

Me explico. El conocimiento no llega por ciencia infusa sino que, para llegar a éste, se hace necesario un interés por el individuo y la voluntariedad para aprender y entender. El conocimiento requiere esfuerzo, capacidad de interpretación y comprensión lectora y, como bien expliqué en el texto anterior Análisis crítico sobre el sistema estatal de comunicación científica, los últimos datos de PISA e informes similares no son muy halagüeños. Si unimos esta justísima aptitud de nuestros jóvenes en competencias básicas a la predominancia de los intereses en cuestiones más banales o superficiales de éstos y de la población general, se hace obvio que el problema no es el acceso a la cultura o, en nuestro caso, a la cultura científica, sino la falta de interés de la sociedad por ésta y, en última instancia, su comprensión. 

Según el Estudio Anual de Redes Sociales 2020 (IAB Spain, 2020), el 87% de los usuarios de internet entre 16 y 65 años es usuario de redes sociales y el uso que hacen de éstas es como entretenimiento (81%), medio de interacción social (77%) o de información (66%). Teniendo en cuenta que las cuentas más seguidas son de nuestro entorno más cercano (96%) o de influencers (56%), y que, los sectores más buscados son entretenimiento (50%), deportes (40%), viajes (39%) y alimentación (35%), la probabilidad de que la información final que le llegue al usuario sea de carácter divulgativo, científico y veraz, son muy reducidas.

Por lo tanto, sigo con mi alegato en defensa del cambio educativo como medio para el acercamiento de la población al conocimiento en general y a la ciencia en particular. Crear leyes educativas estables, que no se tambaleen con cada cambio de gobierno y que favorezcan la autonomía de los centros, así como aumentar el gasto público en educación, mejorar el nivel de formación del profesorado y no reducir los requisitos para conseguir el aprobado o la promoción de curso, son algunas de las estrategias que parecen más viables para conseguir la mejora educativa (Martínez García 2007). Introducir materias relacionadas con la vida cotidiana (nutrición, ecología, economía y finanzas, aplicación de las ciencias) y que sirvan para despertar el interés de los alumnos parece otra vía lógica para lograr mayor nivel cultural en la mayoría de la población e indirectamente aumentar su curiosidad y necesidad de mayor conocimiento.

Ahora vayámonos al otro lado de la balanza: las instituciones. Porque éstas tampoco están exentas de culpa. Si los ciudadanos no muestran interés es porque desde el lado científico y académico tampoco se lo están poniendo fácil. Tan sólo un 23,9% de los proyectos de investigación e innovación dispone de web, menos de un 15% tiene redes sociales y, únicamente el 3%, usa los medios para implicar a los ciudadanos. Las instituciones, además de no involucrar a la población en sus estudios, lo hacen de forma excesivamente técnica y de manera unidireccional (López-Pérez y Olvera-Lobo, 2018), por lo que el mensaje científico o no llega al público, o lo hace en código.

Si los beneficios de las nuevas tecnologías y las redes sociales son muchos (poco coste/inversión, mayor creatividad, gran poder de difusión, acercamiento entre los agentes implicados) y los inconvenientes pocos (emergencia de fake news y pseudociencias, necesidad de un público base amplio o followers para lograr impacto), ¿por qué no se logra ese acercamiento y la participación ciudadana en temas científicos? ¿Qué se puede hacer para salvar esta distancia?

Apoyándome en las estadísticas aportadas anteriormente sobre el uso (y abuso) de las redes sociales se me ocurren varias líneas (al margen de la mejora educativa necesaria y ya comentada):

  • Fomento de la creación de perfiles en las redes sociales de mayor uso (Twitter, Instagram Facebook). Igual que hay gabinetes de prensa que se encargan de la comunicación con los medios y los periodistas, se puede crear una figura de community manager especializada en estas plataformas que cree contenido a diario y conozca bien las estrategias para lograr mayor difusión y engagement. Así mismo, a través de estos medios se puede crear un canal de comunicación fluido y directo con el público que podrá expresar su apoyo, opinión o dudas.
  • Uso de los influencers como medio publicitario. Estas figuras representan el 56% de los seguimientos en redes y, por tanto, pueden ser un nexo con el resto del público y una manera de amplificar el mensaje. Hoy día hay influencers de todos los géneros y en todos los canales y formatos. Elegir personajes con un perfil afín a la rama científica y colaborar con ellos en la divulgación de contenidos científicos y la publicitación de las nuevas investigaciones parece sensato.
  • Mejor aprovechamiento de los medios audiovisuales. Youtube, Spotify, Voox, etc., usan el formato vídeo o podcast, ambos de gran aceptación entre el público, para difundir contenidos de todo tipo. En la era de la inmediatez y la facilidad donde lo queremos todo ya y si puede ser para llevar, estos medios podrían enganchar a público de todo tipo. Desde trabajadores y estudiantes en sus desplazamientos, hasta am@s de casa mientras limpian o cocinan. Cualquiera puede darle al play y aprender.
  • Usar todas las estrategias y plataformas mencionadas para dar a conocer lo que ya existe y ya se está haciendo: cursos gratuitos, exposiciones, museos, congresos, ponencias, webinars, etc.

Implicar a la población no es fácil porque hay muchos frentes abiertos y serios problemas de base, pero si no lo conseguimos con esta plétora de medios…¿Cuándo si no?

REFERENCIAS:

HERAS. A. (2020). Heras, A. (2020, 22 noviembre). ANÁLISIS CRÍTICO SOBRE EL SISTEMA ESTATAL DE COMUNICACIÓN CIENTÍFICA. Hérase una vez. https://heraseunavez.com/2020/11/22/analisis-critico-sobre-el-sistema-estatal-de-comunicacion-cientifica/

IAB Spain (2020, 18 junio). Presentación Estudio Redes Sociales 2020. IAB Spain. https://iabspain.es/presentacion-estudio-redes-sociales-2020/ . Consultado el 30 de noviembre de 2020.

INE (2020). Nivel y condiciones de vida (IPC) /Condiciones de vida /Encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares / Útimos datos. (2020). INE. https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176741&menu=ultiDatos&idp=1254735976608 . Consultado el 30 de noviembre de 2020.

Martínez García, J.S. (2007). Fracaso escolar, clase social y política educativa. El Viejo Topo, ISSN 0210-2706, Nº 238, 2007, págs. 45-49. https://josamaga.webs.ull.es/fracaso-escolar-VT.pdf Consultado el 30 de noviembre de 2020.

López-Pérez, Lourdes; Olvera-Lobo, María-Dolores (2019). “Participación digital del público en la ciencia de excelencia española: análisis de los proyectos financiados por el European Research Council”. El profesional de la información, v. 28, n. 1, e280106. https://doi.org//10.3145/epi.2019.ene.06 

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. https://dle.rae.es/acercar . Consultado el 30 de noviembre de 2020.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. https://dle.rae.es/conocer . Consultado el 30 de noviembre de 2020.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. https://dle.rae.es/conocimiento . Consultado el 30 de noviembre de 2020. 

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CANTANDO, BAILANDO Y PINTANDO CON QUEEN.

En febrero de este pandémico año, Youtube cumplió 15 primaveras y, además de sentir cierto vértigo al pensar en lo rápido que pasa el tiempo, me dio por indagar en las estadísticas de esta plataforma. Lo sé, es un poco friki.

Alcanzar los mil millones de visitas no es tarea fácil y, si uno examina la lista de privilegiados que han alcanzado esa cifra estratosférica, es la categoría de vídeos musicales la que tiene más representantes. Adele, Katy Perry, Luis Fonsi, Shakira o Justin Bieber son algunos de los artistas que ocupan los puestos de honor. Hasta junio de 2015 solo 2 vídeos habían alcanzado ese número y, a partir de ahí, son muchos más los que lo han conseguido. Parece lógico. La novedad casi siempre manda.

Por ese motivo y para celebrar que Bohemian Rhapsody se convirtió en el primer video anterior a la década de 1990 en conquistar ese club, Queen, YouTube Music, Universal Music Group y Hollywood Records crearon un challenge para reclutar a fans de todo el mundo para crear una de las colaboraciones musicales más grandes que existen.

Se crearon 3 categorías en las que participaron más de 10.000 personas de 120 países.

  • Categoría de interpretación: con Bohemian Rhapsody de estandarte. Más de 5.400 músicos y cantantes, entre los que se encontraban arpistas, músicos clásicos, un fagotista e incluso un grupo de xilofonistas. Todos ellos acudieron a la llamada. 
  • Categoría de baile: al ritmo de Don’t Stop Me Now, 1800 bailarines (amateurs y profesionales) representaron la coreografía creada para la película Bohemian Rhapsody. Bailes individuales y grupales, patinadores sobre hielo e, incluso, algunos imitadores de Freddie Mercury, bailaron la icónica canción.
  • Categoría de artes visuales: 2733 artistas enviaron ilustraciones para la letra y la melodía de A Kind Of Magic. Pinturas, animaciones y diseños gráficos de todos los colores rindieron homenaje a la letra de la canción.

¿El resultado? 3 vídeos recopilatorios publicados en Youtube que muestran la conexión de Queen con sus fans y que ponen de manifiesto que la música es un medio que puede unir a gente que, a priori, parece muy dispar. 

Gente de todas las edades, de todas las razas y de todos los continentes. Distintos niveles socioeconómicos también. La pregunta es: ¿qué les une?

Es evidente que el gusto por la música es uno de esos nexos en común. Queen es una banda archiconocida por todos y los temas elegidos también. Además, este grupo aúna baladas, rock, ópera y canto a capella dentro de sus canciones y, los formatos para participar en el reto (interpretación, baile, artes gráficas) abarcan la enorme diversidad que existe en el mundo de la creatividad, tan propia del ser humano. Era imposible no conseguir ese nivel de engagement porque prácticamente cualquiera podía participar. 

A partir de aquí podríamos incluir el reconocimiento social o profesional como motivación, incluyendo toda la gama cromática posible que puede abarcar la expresión “dar la nota de color”. Desde los negros y más sobrios (más abundantes entre los músicos y cantantes), a los más fosforitos con sus disfraces y pelucas de la categoría de baile, pasando por los grises y los tonos pastel de los artistas visuales que solo muestran el fruto de su trabajo sin tener que exponerse físicamente al público. 

En definitiva: una propuesta tan llamativa y accesible que solo los más introvertidos podrían dejar escapar.

REFERENCIAS:

15 años de YouTube: los videos musicales más vistos por año (2005-2020). (2020). Canal Trece. https://canaltrece.com.co/noticias/videos-mas-vistos-de-youtube/

B., S. (2015). The Billion View Club: YouTube’s Most Watched Music Videos. Rolling Stones. https://www.rollingstone.com/music/music-lists/the-billion-view-club-youtubes-most-watched-music-videos-162074/meghan-trainor-all-about-that-bass-168249/

Queen Official. (2019a, octubre 24). Queen – A Kind Of Magic – You Are The Champions (Fan Video). YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=fDtomvdT0lM

Queen Official. (2019, 24 octubre). Queen – Bohemian Rhapsody – You Are The Champions (Fan Video). YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=bqtkrsTQltM

Queen Official. (2019b, octubre 24). Queen – Don’t Stop Me Now – You Are The Champions (Fan Video). YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=ZzERTATm4aM

Imagen: 20th Century Fox, CC BY-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0, via Wikimedia Commons

ANÁLISIS CRÍTICO SOBRE EL SISTEMA ESTATAL DE COMUNICACIÓN CIENTÍFICA.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Carta de Derechos y Libertades de la Unión Europea y la actual Constitución Española, recogen el derecho de todos los ciudadanos a gozar del progreso científico y una vida cultural próspera, así como la responsabilidad de los estados y sus instituciones para garantizar el acceso a la cultura y promover la ciencia y la investigación. Por lo tanto, serán las Administraciones Públicas (a través de sus Planes Estatales) las encargadas de fomentar la mejora de la cultura científica y tecnológica de la población a través de actividades dirigidas a la educación, formación, divulgación, investigación e innovación, tal y como especifica la Ley de la Ciencia de 2011.

En mi opinión, estas obligaciones del Estado con los ciudadanos españoles en cuanto a la cultura científica y tecnológica, aunque lógicas y necesarias, fallan en el cumplimiento y ejecución de sus objetivos por no disponer de una ley de educación y un sistema educativo acordes que puedan sustentarlo.

La educación es el pilar básico de cualquier actividad que se lleve a cabo en un país y, siguiendo el orden de jerarquía natural, si ésta falla, todos los elementos dependientes de ella se verán afectados. Esta íntima relación entre el estado de la educación de los países y el nivel de cultura científica de sus ciudadanos queda bien reflejada en el Estudio Internacional de Cultura Científica de la Fundación BBVA de 2012 que, además, guarda concordancia con los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de Alumnos (PISA) de la OCDE y los datos sobre abandono escolar temprano de la oficina estadística comunitaria Eurostat.

Del análisis de estos estudios podemos extraer que los países y sectores poblacionales con peor o menor acceso a estudios superiores son aquellos que muestran menos interés por la cultura, la ciencia y la tecnología y que, aún en caso de mostrarlo, sienten que el nivel de información que reciben no es el adecuado. Además, el mismo estudio de la Fundación BBVA muestra el bajo porcentaje de asistencia del público general a museos, exposiciones, conferencias o charlas de temática científico-tecnológica y pone de manifiesto, bajo mi punto de vista, lo ineficaz que resulta la inversión de tiempo y recursos en el resto de cuestiones que aborda la Ley de la Ciencia (fomento de la divulgación, la investigación y la innovación; apoyo e incentivo a instituciones, museos y centros divulgativos; protección del patrimonio; etc.) si no se consigue que los ciudadanos alcancen el nivel mínimo de conocimientos y de interés necesarios para acceder a las actividades culturales que se les ofertan.

Del mismo modo, estos mismos ciudadanos escasamente formados y que usan como fuentes de información la televisión e internet, harán muy difícilmente zapping o click para acceder a contenidos relacionados con la ciencia y la tecnología y, en caso de que lo hagan, serán blanco perfecto para la desinformación y la manipulación. No olvidemos que solamente el 24,3% de los españoles (según las cifras del estudio de la Fundación BBVA) es consciente de que los antibióticos no son efectivos para tratar infecciones virícas y que ese 75,7% restante estará ahora mismo suspirando por una vacuna para frenar una pandemia, probablemente sin saber muy bien qué es exactamente o cómo funciona.

De seguir en esta línea educativa:

  • con un 17,3% actual de abandono escolar temprano (todo un logro para el 23,5% que arrastrábamos a la cabeza de Europa en 2013); 
  • el cambio constante de las leyes de educación que ofrecen poca o ninguna mejora en el nivel de enseñanza-aprendizaje y obedecen más a cuestiones políticas e ideológicas; 
  • y la existencia de una masa poblacional que se halla en los dos extremos del espectro en cuanto a conocimientos (estudios básicos o incompletos frente a estudios superiores, siendo el nivel intermedio menos habitual según datos del Informe Panorama del Ministerio de Educación y FP de 2019);

los objetivos del Sistema Estatal de Comunicación Científica seguirán siendo de difícil consecución y dirigidos, aunque no deliberadamente, a los sectores que ya disponen del bagaje cultural suficiente, el interés y la dedicación propios de su nivel educativo o de su profesión. Nos hallaremos, pues, ante una Comunicación de la Ciencia con capacidad para producir resultados y respuestas de forma individual o entre algunos sectores del público, dejando a un grupo mayoritario de la sociedad con un bajo nivel de alfabetización científica y aumentando la brecha cultural existente entre la población.

REFERENCIAS:

Constitución Española (1978). BOE, 29 de diciembre de 1978, núm. 311, pp. 29313 a 29424.

DeEpData. (2020, 25 septiembre).  España en la prueba PISA, en datos y gráficos. Recuperado el 22 de noviembre de 2020 de https://www.epdata.es/datos/espana-pisa-datos-graficos/484

Eurostat (2014, abril). Early leavers from education and training – Eurostat News Release. Recuperado el 22 de noviembre de 2020 de https://ec.europa.eu/eurostat/documents/2995521/5178598/3-11042014-AP-EN.PDF/4e01669e-2c2e-4c0e-a16b-487753183826

Eurostat. (2020, abril). Early leavers from education and training – Statistics Explained. Eurostat Statistics Explained. Recuperado el 22 de noviembre de 2020 de https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php/Early_leavers_from_education_and_training

Fundación BBVA (2012, mayo). Estudio Internacional de Cultura Científica. Recuperado el 22 de noviembre de 2020 de https://www.fbbva.es/wp-content/uploads/2017/05/dat/comprension.pdf

Ley 14/2011, de 1 de junio, de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. BOE num. 131, de 2 de junio de 2011. Referencia: BOE-A-2011-9617.

Ministerio de Educación y FP (2019). Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2019. Recuperado el 22 de noviembre de 2020 de http://www.educacionyfp.gob.es/eu/dam/jcr:b8f3deec-3fda-4622-befb-386a4681b299/panorama%20de%20la%20educación%202019.pdf

ONU, Asamblea General (1948). Declaración Universal de Derechos Humanos, 10 Diciembre 1948, 217 A (III), Recuperado el 22 de noviembre de 2020 de https://www.refworld.org.es/docid/47a080e32.html  

Unión Europea (26 Octubre 2012). Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, Recuperado el 22 de noviembre de 2020 de https://www.europarl.europa.eu/charter/pdf/text_es.pdf

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“HÉRASE UNA VEZ” EL AMOR Y LA CIENCIA O EL AMOR POR LA CIENCIA.

Lo reconozco: la ciencia me remueve un poquito las entrañas. Me produce el mismo je ne sais quoi que el comienzo de una relación amorosa. Nervios, contradicción, incertidumbre. Un tira y afloja entre la razón y el corazón.

La ciencia o, mejor dicho, las ciencias, me hacen sentir mariposas en el estómago casi desde que nací y no es para menos. Estamos hablando de la relación más larga de mi vida y, como tal, ha pasado por épocas de total admiración y rendición ante su belleza y por otras de desazón, desencanto y total desidia.

Analogías aparte, la ciencia para mí es una manifestación de la verdad en su forma más pura. Lo que ves es lo que hay porque sigue un método riguroso, empírico y sistemático para alcanzar el conocimiento de la realidad de la forma más objetiva posible. No atiende a ideologías y tampoco a interpretaciones o, al menos, en mi mundo piruleta particular debería ser así. Pero seamos realistas: no lo es.

No lo es porque, por desgracia, está sujeta a la (¿mala?) influencia externa como todo en esta vida. Uno no es el producto de la manifestación única y exclusiva de sus genes sino la suma de estos con la interacción ambiental. Con la ciencia ocurre igual. No podemos separarla del contexto en el cual se desarrolla y su evolución está íntimamente ligada a la evolución de la sociedad. Así pues y, rescatando la analogía con la que comenzaba esta divagación, amor y ciencia encuentran sus puntos flacos en la intersección entre el interés, la infidelidad y la falta de honestidad. Por este motivo me es difícil creer en ella a pies juntillas y ha pasado de estar en el cajón de lo perenne e irrefutable (como el amor que se siente por una madre) a compartir cajón con lo que requiere de mí altas dosis de fe y esperanza (inserte aquí mis ganas de rezar).

¿Es culpa de la ciencia? No. Rotundamente no. La ciencia está desvirtuada y, en cierto modo, prostituida por un contexto social que la empuja a un lugar que no le corresponde. “La mató por amor”. Discúlpeme, pero no. Matar y amar son verbos que se conjugan igual, pero con un significado muy distinto. Y a la evolución de la ciencia le ocurre lo mismo cuando va de la manita de la sociedad: que las expectativas que tiene ésta de la primera matan su esencia.

Es una eterna disonancia cognitiva la que enfrentamos las generaciones actuales. Nuestros abuelos, padres y, nosotros mismos, hemos crecido en el medio de un auténtico boom de las ciencias y creyendo que todo tiene solución a través de ellas. ¿Cómo no va a ser así? Si no creemos en las ciencias, si éstás no son la gran panacea ni la solución a todos nuestros problemas, ¿qué o quién lo va a ser? ¿Dios? ¿La clase política? Para algunos sí. Y para muestra un botón, o dos:

Hagamos una pausa para apreciar cómo critico la ciencia haciendo uso de ella. (Excelente, diría el señor Burns).

El estudio  sobre médicos estadounidenses  que enlazo (Hersh y Goldenberg, 2016) representa cómo, en la práctica cotidiana, las decisiones que se deberían tomar basadas en hallazgos científicos o médicos se encuentran salpicadas por las creencias religiosas/políticas personales de sus practicantes. En el otro artículo enlazado (Fabbri, Lai, Grundy y Bero, 2018) se analiza la influencia que ejerce la industria sobre la investigación y cómo los intereses económicos pueden desviar la atención de la ciencia hacia cuestiones menos relevantes para la salud pública. 

Todos hemos oído hablar de los millones que ha pagado la compañía X para financiar estudios que avalen sus productos e, incluso, hemos visto el nombre de asociaciones pro-salud o anti-enfermedad (esto da para otro debate) que deberían ser neutrales entre las principales promotoras de alimentos de dudosa calidad.

Los que nos dedicamos al ámbito de la salud, la biología o las ciencias médicas en general, ante este tipo de estudios nos preguntamos ¿a cambio de qué? Pero, ¿y el resto de la población? ¿Está preparada la sociedad para discernir lo que es ciencia de lo que no lo es? Yo creo que no. Aunque el artículo 20 de la Constitución Española reconoce nuestro derecho a recibir información veraz, también promulga la difusión libre de pensamientos e ideas y esto, en la era de la (des)información digital se torna bastante complicado. Juntamos intereses económicos, políticos y una escasa educación para fomentar el pensamiento crítico y armamos el quilombo perfecto. Lo que decía líneas atrás sobre el amor: interés, infidelidad y falta de honestidad.

Es en este punto cuando vuelvo a buscar en el cajón de la fe y trato de mirar esta cuestión con un poquito de esperanza, cambiando o, más bien sumando, a mis estudios basados en ciencias biológicas otros de ciencias sociales, en un intento de encontrar una solución que nos reconcilie a todos con el concepto de lo que en verdad deberían de ser las ciencias: libres y objetivas.

Referencias:

Alice Fabbri, Alexandra Lai, Quinn Grundy, Lisa Anne Bero, “The Influence of Industry Sponsorship on the Research Agenda: A Scoping Review”, American Journal of Public Health 108, no. 11 (November 1, 2018): pp. e9-e16. https://doi.org/10.2105/AJPH.2018.304677 . PMID: 30252531

Constitución Española (CE). Art. 20. BOE núm. 311, de 29 de diciembre de 1978. Ref: BOE-A-1978-31229. https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1978-31229

Hersh, E. D., & Goldenberg, M. N. (2016, 18 octubre). Democratic and Republican physicians provide different care on politicized health issues. PNAS. https://www.pnas.org/content/113/42/11811

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